Soy un pirata! Arf! Arf!
Un día decidí convertirme en una lobita.
Fue algo fácil y divertido. Comencé mordiendo a cuánto ser se me pusiera enfrente. No siempre era violenta. De vez en cuando daba mordiditas cariñosas. Las acompañaba con pequeñas y frescas lamiditas. Me gustaba que me rascaran detrás de las orejitas y echarme al final, agusto y satisfecha. Lo más importante fue aullarle a la Luna cada noche. A veces no había Luna ni era de noche.
Entonces me di cuenta de que ya era una lobita.

Un día decidí convertirme en una dinotauria.
No fue fácil pero me ayudó el ser una lobita. Todo mundo sabe que los lobitos y los dinotaurios estan relacionados. Los lobitos y los leoncitos también. Es algo de los dientes. Lo más complicado fue elegir mi cola. Era larga y me movía torpemente con ella. Cambié los aullidos por los dadas.
Entonces ya era una dinotauria.

Un día decidí convertirme en una pescadora.
Fue difícil porque los lobitos y los dinotaurios no saben utilizar redes de pescar. Ya estaba cansada de comer sin cubiertos. Es molesto limpiar la comida de tu cola. Entonces fui al río y llevé mi red. Lo bueno es que podía aullar o dadear mientras hacía esto. Lo malo es que a los peces no les gustan estos ruidos. Al final pesqué un pecesito de colores. Los pescadores no comemos peces de colores. Los lobitos-dinotaurios tampoco. Entonces lo guardé en mi pecera.
Y así fue como me convertí en una lobita-dinotauria-pescadora.
Fin.

Había una vez un cerdito.
EL cerdito era feliz y hacía oink-oink mientras caminaba felizmente por la vida.
Un día se encontró una pastel en una elegante tea-party.
Entonces el cerdito se lo comió y se volvió bien elegante y fue más feliz.
Fin.
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