Un día me encontré un huevito en el piso.

Pensé que se había perdido así que me lo llevé para cuidarlo. Pasaron los días y el pobre huevito no nacía pero yo lo mantenía cómodo y calientito.

Entonces apareció una mamá Pájaro reclamando a su retoño, pensando en que yo lo había hurtado. En eso el huevito nació y le explicó a su mamá mis buenas intenciones.

En agradecimiento, la mamá Pájaro me dejó subir a su espalda y me llevó volando por el cielo hasta el atardecer.

Después me dejó en mi camita y ella, junto con el huevito nacido, volaron lejos para no volver jamás.

Fin.