Soy un pirata! Arf! Arf!
Había una vez una ovejita.

La ovejita vivía con un rebaño y hacía cosas de oveja.

 
A menudo la ovejita se preguntaba cómo le habían hecho las otras ovejas para llegar al cielo. El resto de de las ovejas no lo hacía.



Soñaba con viajar por los cielos durante los días y descender a la tierra cuando el sol se iba a dormir debajo de ese manto de estrellas.


Un día el rebaño fue convocado por los humanos en busca de su lana. La ovejita se asustó mucho porque ¿cómo puede volar por los cielos una oveja que no tiene lana?

Un humano se acercó a ella, listo para rasurarla. La ovejita empezó a correr. Corrió y corrió mirando al cielo y, entonces, dio un salto.

Pero no fue un salto cualquiera, sino uno que la hizo llegar hasta el cielo, donde la estaban esperando las otras ovejas.


Así que la ovejita voló esponjosamente por los cielos para siempre.

Fin.
Había una vez una Monguis. También había plantas.
Las plantas y las Monguis no se llevan bien. Entonces las Monguis evitan a las plantas.

Sin embargo, un día la Monguis se dirigía a su casa cuando sucedió lo peor. El camino usual estaba obstruido por lo que solo quedaba cruzar un prado lleno de plantas. Así comenzó la guerra.

Las plantas pelearon como nunca, aventando frutos y semillas, entorpeciendo el camino e inmovilizando a su rival.
Por su parte, la Monguis resistía con valentía, dando golpes, esquivando latigazos y corriendo con destreza. Pero las plantas eran muchas y muy malvadas. Fue entonces cuando a la Monguis se le ocurrió una idea.

PEnsando que las plantas son, después de todo, vegetales, empezó el ataque culinario. La Monguis empezó a comer a diestra y siniestra, mezclando hojas con pétalos y tallos con raíces. Era todo un festín clorofilezco. En pánico, las plantas decidieron darse a la huída.
Desde entonces las Monguis del mundo ya no le temen a las plantas y comen sus vegetables porque, aquel día, ellas ganaron la guerra.

Fin.
Había una vez un pequeño panda.
El pandita hacía cosas de panditas como comer bamboo, dormir, perseguir mariposas, poner las lucecitas de navidad y dormir.


Pero el pandita tenía un sueño y era ser pandadero.


Entonces recorrió el mundo para aprender hacer el pan más rico conocido.


Y un día lo logró. Horneó el mejor pan que alguna vez haya existido.


Era tan irresistible que el pandita se lo comió y así nadie nunca supo de lo exquisito de su creación.


Habiendo realizado su sueño, el pandita siguió pandeando feliz.


Fin.
Un día me encontré un huevito en el piso.Pensé que se había perdido así que me lo llevé para cuidarlo. Pasaron los días y el pobre huevito no nacía pero yo lo mantenía cómodo y calientito.
Entonces apareció una mamá Pájaro reclamando a su retoño, pensando en que yo lo había hurtado. En eso el huevito nació y le explicó a su mamá mis buenas intenciones.
En agradecimiento, la mamá Pájaro me dejó subir a su espalda y me llevó volando por el cielo hasta el atardecer.

Después me dejó en mi camita y ella, junto con el huevito nacido, volaron lejos para no volver jamás.
Fin.
Un día me contrataron para llevar el ritmo en una guerra.
Yo estaba nerviosa porque tan sólo soy una pequeña monguimón sin ritmo.Pero entonces apareció el German para ayudarme.Entonces juntos cantamos
MOngui Mongui Mongui Món!
Mon MOn Mongui Món!
Y ganamos la guerra.Fin.
Un día decidí convertirme en una lobita.
Fue algo fácil y divertido. Comencé mordiendo a cuánto ser se me pusiera enfrente. No siempre era violenta. De vez en cuando daba mordiditas cariñosas. Las acompañaba con pequeñas y frescas lamiditas. Me gustaba que me rascaran detrás de las orejitas y echarme al final, agusto y satisfecha. Lo más importante fue aullarle a la Luna cada noche. A veces no había Luna ni era de noche.
Entonces me di cuenta de que ya era una lobita.

Un día decidí convertirme en una dinotauria.
No fue fácil pero me ayudó el ser una lobita. Todo mundo sabe que los lobitos y los dinotaurios estan relacionados. Los lobitos y los leoncitos también. Es algo de los dientes. Lo más complicado fue elegir mi cola. Era larga y me movía torpemente con ella. Cambié los aullidos por los dadas.
Entonces ya era una dinotauria.

Un día decidí convertirme en una pescadora.
Fue difícil porque los lobitos y los dinotaurios no saben utilizar redes de pescar. Ya estaba cansada de comer sin cubiertos. Es molesto limpiar la comida de tu cola. Entonces fui al río y llevé mi red. Lo bueno es que podía aullar o dadear mientras hacía esto. Lo malo es que a los peces no les gustan estos ruidos. Al final pesqué un pecesito de colores. Los pescadores no comemos peces de colores. Los lobitos-dinotaurios tampoco. Entonces lo guardé en mi pecera.
Y así fue como me convertí en una lobita-dinotauria-pescadora.
Fin.

Había una vez un cerdito.
EL cerdito era feliz y hacía oink-oink mientras caminaba felizmente por la vida.
Un día se encontró una pastel en una elegante tea-party.
Entonces el cerdito se lo comió y se volvió bien elegante y fue más feliz.
Fin.
Locations of visitors to this page