Había una vez una gota de agua.
Se despertó una mañana mientras caía de lo alto. No era la primera vez que le pasaba así que no le dio importancia.

Aturdida por el impacto, se vio a si misma más pequeñita y resbalándose por una hoja de un árbol.

Al fin cayó sobre una rama y decidió dormir una siesta en ese lugar.

Se despertó a medio día por el intenso calor. Sabía lo que le pasaría, de hecho, era su parte favorita. Empezó a elevarse por los aires y pudo ver a otras gotitas subiendo igual que ella. Se detuvo al llegar al cielo, donde se reunían todas para pasar la tarde.

Al atardecer, vio como se pintaban de colores ella y sus amigas, hasta que el Sol se perdía en el horizonte y la noche reinaba con su calma.

Entonces, ya era hora de dormir.

Se despertó la mañana siguiente mientras caía de lo alto.
Fin.
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